Reciclaje, segunda mano y empeñados.

Recientemente cumplimos cinco meses en la tierra de los tornados. En el transcurso de este tiempo nos ha tocado sentir pocos fenómenos climáticos, pero cuando llegan, se sienten con una fuerza que es difícil dejar pasar por alto. 

A la fecha, todavía no recibimos nuestra mudanza. Desde un principio nos dimos cuenta que con el problema en la cadena logística, la crisis de contenedores y todo ese rollo, nuestras cosas iban a demorar más de lo común. Sólo que la espera fue aún mayor de lo esperado. 

Para sobrevivir durante este tiempo, forzosamente hubo que hacerse de muebles temporales, o ni tanto. La cama y escritorios fueron nuevos, gracias a la variedad y accesibilidad de Ikea, pero el resto de las cosas fue un parche de los residuos del deporte nacional: tirar cosas en buen estado. 

Cuando pienso en las ventas de garage y en las tiendas de segunda mano, pienso en ese video de Mackelmore en el que encuentra cosas de hace al menos 20 años. Aunque en realidad, uno de los subproductos del capitalismo americano es una cantidad ingente de cosas en buen estado que terminan en tiendas de empeño, mercados de pulgas o incluso en la basura con pequeños post its con la leyenda: "gratis, ya no lo quiero". 

Mesas, sillas y el mueble de la tv los recuperamos de gente que por alguna razón los tiró a la basura. Aunque una silla tiene un clavito salido que te pellizca una nalga de vez en cuando. Todas en mejor estado que nuestro comedor, que ya bailaba, y cuyas sillas tuve que reparar al menos una vez por año con su buena dosis de resistol. 

Sobre el comedor, encontramos un reemplazo en excelente condición en una tienda de segunda mano. La historia fue la misma con un tablero de corcho, un monitor y un teclado de computadora. Al ver el estado de las cosas, me pregunto si el dueño anterior murió y estamos comprando el producto de una casa que desmantelaron para vender. Pero creo que en la mayoría de los casos es por alguien que simplemente quiso comprar algo más a la moda. 

En el transcurso de este tiempo, también murió mi computadora. Por lo que decidí comprar una PC refurbished, o recuperada, en Amazon. Creo que la última computadora así que tuve debió haber sido al menos hace unos 18 años, pero olvidaba que tanto el wifi, la cámara, el micrófono y los altavoces son complementos que tienen que ser colocados de manera independiente. Como es mi computadora para los proyectos de fin de semana y por las noches, he tenido tiempo de armarla poco a poco. 

Este tipo de cosas fue bastante difícil encontrarla en una tienda de segunda mano, por lo que fuimos a tiendas de empeño. Mucho más caras, pero que tienen cosas maravillosas a precios que son una fracción del original. Instrumentos musicales, binoculares, herramienta de construcción, computadoras completas, e incluso armamento. 

Este sábado, mientras compraba tanto el micrófono como las bocinas de la compu, caímos en nuestra primera casa de empeño en la región. En vitrinas junto a la joyería, había una gran variedad de armas de fuego, como si fuera el catálogo de un videojuego. De revólveres clásicos al estilo medio oeste, pasando por escopetas, hasta fusiles de asalto. 

Lola no pudo evitar la curiosidad y preguntarle a la persona del mostrador cómo es que vendían armas. - Pues, la tienda tiene un permiso especial para venderlas. Quien quiera comprarla hace una revisión de antecedentes penales, y aquí les tramitamos la licencia. ¿Y para los fusiles de asalto que necesita el comprador? - Pues lo mismo. 

En ese punto sentí que el vendedor, que hablaba español, tenía la impresión que estabamos por comprar una. 

- Pero, por qué se necesita el mismo permiso para una pistola de mano y para un rifle de asalto. - Pues no se requiere nada más. Ves esa escopeta, yo tengo una en mi casa junto a la puerta, porque no sabes quien puede querer entrar a tu casa. Una vez la saqué cuando alguien intentó meterse a la casa. Pero era alguien borracho que se había equivocado de puerta. Donde yo vivo las casas son muy similares y de seguro se confundió. 

Al final, le compramos un control de videojuego, y el muchacho le dijo a Lola dónde podía ir a probar algunas, en caso que se animara. Le agradecimos la atención y nos despedimos como se despide a alguien con quien se acaba de tener una buena conversación. 

Me pregunto cuántas personas tendrán una escopeta junto a su puerta, por si acaso llega el apocalipsis zombie. 

Ah, y mi compu ya está bien equipada, al menos en cuanto a dispositivos multimedia.

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