Primera visita y el centro el 15 (parte 2)

Como todos los museos estaban cerrados aprovechamos para babosear un poco en bellas artes y la avenida Juarez, que estaba llena de puestecitos que vendían desde refrescos hasta artesanía hecha con alambres de cobre.

A la explanada de Bellas Artes llegó corriendo una horda de mujeres y travestis con vestidos de papel y cartulinas que decían: "Iva México ca..." o "¿Para qué quiero sexo si el gobierno me coge todos los dias?", frase ante la cual me reí aunque me di cuenta poco después que la frase rola por internet desde hace ya bastante tiempo. Los travestis estaban feos, pero las niñas estaban bien lindas (de acuerdo a la apreciación del saurio porque yo ya no tengo criterio para eso). Este desfile de modas hecho de papel se paró enfrente del palacio y esperó a que todos los turistas ingenuos se pararan a tomarles fotos.

Mientras más se acercaba uno al hemiciclo a Juárez los puestos se ponían mas hipiosos y extremosos. La artesanía se convertía en puestos que vendían pines con el águila republicana y videos del canal 6 de julio y todos los documentales que hablan sobre la teoría de la conspiración. Los puestos de refrescos y papas se convirtieron en pejetortas. Todo esto acompañado de una voz aguardientosa que cantaba una canción de las manitas de pela jaibas o corridos del peje. La razón era sencilla. Justo enfrente del hemiciclo el tal señor daría el grito este año. Los pañuelos amarillos y las calcomanias poco lustrosas con la leyenda "sonríe, ya ganamos", volvieron a aparecer en la acera y en mi memoria. Lo único que pude pensar en ese momento era que ya sabía por qué ese día salí temprano y un poco de lástima porque darían ese grito enfrente de la secretaría.

De pronto nos dimos cuenta que ya era algo tarde, los pies dolían (traía zapato de vestir) y ya hacía hambre. Ante lo cual el Saurio dijo: vamos a regresar a las librerías para comprar los libros que quería... y tuvimos que regresarnos al FCE para que se le olvidara cuáles iba a comprar y el hambre nos macerara un poco más los estómagos. Pero mejor no digo nada, porque los bisteces estaban bieeeeeeeeeen congelados y nos tardamos como una hora más en comer.

El grito lo dí con mis tíos y mis primos. Esperando que lo haya pasado bien, en familia, el último año en algún tiempo en México.