Piropos y música

El piropo puede ser tanto halagador como ofensivo, dependiendo de la persona y de la manera en que se dice. Hay mujeres a las que les agrada sentirse admiradas por la calle y otras a las que no, por muy respetuoso que pueda ser el piropo. Recuerdo perfectamente bien a Clem con la sangre hirviendo con una razón bastante válida: la gente le decía piropos como un perro que le ladra a una llanta, son escandalosos y cuando la llanta se para, no saben cómo reaccionar. "¿Para qué me los dicen? A veces me paro y los miro a los ojos para ver que hacen. El wey se voltea y se espanta".

Siendo músico el piropo era una cosa que ejercitabamos todos los días que tocabamos. La mayoría de las veces sacabamos una sonrisita y las chicas se seguían de largo. Si te parabas a platicar con ellas no era por la frase melosa que repetías como el repertorio de canciones que se tenían puestas, sino porque la chica ya estaba decidida a hablar con nosotros y, por lo general, a pedirnos una canción. Estando de este lado me doy cuenta que forma parte de un bagaje cultural bastante marcado y que forma un choque cultural bastante violento.

Halagador u ofensivo, hay gente que tiene todo ese arte para decirlo del modo, con las palabras y en el momento adecuado. No es lo mismo aullar desde la ventanilla de un carro que decirlo con una rosa en la mano. Incluso las mismas palabras se oyen diferentes dependiendo de como se digan. Ricardo Montaner es bastante explícito en sus canciones y aún así se escuchan bien.

"El gavilán" es una canción que podría usar como ejemplo. Utiliza un lenguaje bastante florido, si uno le presta atención es bastante directa; pero a su vez es sincera y sencilla. Bronca como la leche, diría yo. La primera vez que la oí fue en un disco de Eugenia León y después de ella únicamente la oía en voz de mi tío en las fiestas familiares. Al buscarla en internet o en youtube sólo encontraba una canción sudamericana que decía "pío pío pío". Poco después me enteré que esta canción es una recopilación de dichos populares hecha por Juan Rulfo para El Gallo de Oro, que después fue llevado al cine. La música la hizo Marcial Alejandro, del cual tengo que investigar más.

Creo que la canción tiene impregnada el olor a monte, tierra y arado. Tiene algo que me gusta mucho. ¿Alguien ya la conocía?

Comentarios

Caosmico ha dicho que…
Eso último no lo sabía, que adorable información. Besos.

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