Acción de gracias

Este domingo me levanté particularmente temprano, me lavé la cara, me cambié y tomé la bicicleta. Lola todavía estaba hecha bolita en la cama y le dije "ahora vuelvo", a lo que ella me respondió "mmhh aah mmm". El día estaba hermoso, 15 grados, soleado y sin viento. Los autos eran pocos porque solo los locos se levantan tan temprano en un domingo de puente, y yo.

Por si no me conocen bien, yo soy una persona vespertina y sufro mucho para levantarme en las mañanas. Casi siempre salgo volando al trabajo porque voy con retraso y si me dan a escoger, hasta prefiero ducharme por las noches para no tener que gastar tiempo en eso. Aunque luego no ducharme en la mañana hace que no me despierte bien, por lo que tengo que esforzarme en tener tiempo para todo eso, pero esa es otra historia. El sol no estaba mal y menos el poder respirar el aire fresco de la mañana, escuchar a los gansos volar hacia el río, pero todo eso me daba mucha sed y no me había llevado una botella de agua. El ruido de los carros me molestaba bastante así que decidí tomar calles pequeñas poco transitadas y aguantarme ese sonido. Llevo 15 minutos pedaleando y todavía estoy como a la mitad del camino de mi destino final.

Regresando al día anterior, teníamos invitación para ir a tres fiestas en la misma noche, por lo que todo indicaba que la noche estaría movidita. La primera era una fiesta con los compañeros de la escuela de Lola. Como son adultos y es la primera vez que organizaban algo, tendría que ser algo que terminara temprano. Aparte, la que convocó tiene una hija recién nacida y esos siempre corren a la gente tan pronto como al bebé le da sueño.

Al llegar no se escuchaba ningún ruido y nadie parecía responder a la puerta. En eso llega una señora de pelos crespos al estilo Mafalda, teñidos de rojo que nos voltea a ver con cara de extraño, o de espanto. Le dijimos "buenas noches", para lo que ella respondió "No, no. No english, no english.". "Venimos a lo de Deyana y Micky". "Ahhhhh! Micky, yes Micky, it is here", y empezó a tocar el timbre de manera continua y desesperada hasta que nos abrieron la puerta. Para mi, la fiesta estaba llena de gente que en mi vida había visto, niños, señores y bebes. "Presentame a tus compañeros Lola". "No puedo, solo están los de la casa y la maestra, ya los conociste". El resto estaba muy cordial hablando serbio.

En la mesa había un montón de platos de la cual parecía brotar la comida. Habían matado un borrego y un cerdo, más los platos de bocadillos, ensaladas, carnes frías y postres. De esos banquetes que pocas veces veo para tan pocas personas. Así que nos servimos nuestro platito y nos sentamos a comerlo junto a la maestra de francés y su esposo. La plática fue bastante amena y platicamos durante un buen par de horas. El anfitrión se daba unas vueltas de vez en cuando para decirnos una que otra palabra o para ofrecernos alcohol. Yo, después de mi copa de vino, decidí no tomar nada más que agua o jugo.

Cuando la maestra se fue, empezamos a hacer lo mismo para salir de volada para la otra fiesta. Pero antes de decir cualquier cosa Micky se nos acercó y nos dijo, "ustedes son Mexicanos, les debe gustar el tequila", a lo que nos llevó a la cocina y nos sirvió medio vaso de tequila derecho a cada uno. "Vamos a brindar". Para cortarnos la retirada, llegó Deyana, la esposa de Micky para tomarse la copa con nosotros. Ni modo, una copita más y nos vamos. Pero después llegó un brandy de ciruelas serbio, el cognac y más brandy.

De algún modo terminamos bien integrados en la fiesta serbia, hablando de futbol, comida, de la vida y cantando todo tipo de rolas, desde el condor pasa hasta una versión serbia de las mañanitas que era más bien como canción de funeral. Así rolaba la comida y el alcohol, hasta que Lola me dijo, "ya no me siento bien". "¿Ya te quieres ir?", "No, pero ya voy a dejar de beber".

Lo que estaba claro es que para la hora y el nivel de alcohol consumido ya no ibamos a ir a ninguna otra parte. A veces uno no hace gran cosa, pero se divierte y se le va el tiempo de volada. De pronto nos dimos cuenta que si no queríamos salir en calidad de bultos de ahí, lo mejor era salir por nuestro propio pie mientras podíamos. Nos vemos, muchas gracias, los queremos a todos, adiós. "No irán a manejar así, ¿verdad?", "por supuesto que no", "entonces ¿cómo se piensan ir?, "Caminando por supuesto.", "Nel, ustedes no se van así, yo los llevo", nos ofreció una señora. Y así llegamos a la casa.

Así, mientras en domingo todos descansaba, yo andaba en bicicleta cargando mi alma y un par de cosas más para recuperar mi auto.

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