Xalapa
Me siento a tomar un café en La Parroquia y de paso desayunar algo. La parroquia es un café típico veracuzano, famoso por su café lechero. Al pedir un café los meseros te sirven un espresso en un vaso grande, para llegar con una jarra metálica de leche caliente y servirla desde una altura considerable para que la leche haga espuma. Desde este punto específico mi hermano aprovechaba de vez en cuando para mandar señales de humo y platicar conmigo vía facebook o por correo.
Acabo de atravesar el centro de la ciudad para conseguir estampillas postales y regresar preguntando en cada esquina dónde venden tarjetas postales. Después de un rato y en contra de todo sentido común, le pregunto a un policía que espera distraidamente algo en una banca de la plaza. "No joven, la verdad no sabría decirle. Nunca he visto que vendan postales aquí. Pero si te vas al palacio municipal, aquí cruzando la calle, en la mera entrada hay un señor que está en silla de ruedas. Ese don lo sabe todo."
El señor en silla de ruedas no me dio referencias de las postales, pero sí de la oficina de turismo, donde me regalaron un montón de postales promocionales. "Estas ya las vamos a tirar, mejor llévatelas". Ya con las postales en mano me puse a buscar un lugar para sentarme a desayunar y, de paso escribir mis postales y una que otra cosa más.
Cuando uno va de la Ciudad de México hacia el este, Xalapa es el inicio del largo descenso hacia la costa del Golfo de México. La humedad que viene del oriente a estrellarse con la Sierra Madre es la responsable de la neblina y la humedad de la zona. En Xalapa, las calles son estrechas. Suben, bajan y serpentean alrededor del terreno montañoso. Mi hermano en tono de broma me comentó que el trazo urbano está hecho contra toda lógica. En pleno centro de la ciudad hay tres calles seguidas cuyo sentido es cerro arriba, hay que esperar a la cuarta para poder bajar la colina. Gracias a este trazo, en ocasiones es mucho más sencillo caminar que tomar un taxi para desplazarse.
Por lo que pude asumir, Xalapa no es una ciudad amigable para el turismo. Mi razón para venir aquí fue visitar a mi hermano, que temporalmente vive en estos lares. Es por ello que mi experiencia en esta ciudad es más desde el punto de vista en la que la vive mi hermano que la de ir a conocer iglesias, museos y toda la cosa. Este es Xalapa tal y como lo vive mi hermano en esta etapa de su vida. Verlo tomar clases, platicar con su asesora, visitar varios foros de teatro, y platicas interminables con él sobre la vida y sus minucias.
Así caminamos por el parque Juarez, los lagos, visitamos los cafés obligados el Cafe-tal, el Bola de Oro, La Parroquia. Nos echamos un trago en el Papaloapan. Visitamos Coatepec, caminamos sin rumbo por sus calles, comimos rico y comimos mal. Mientras pasabamos frente a catedral me platicaba de la religiosidad de la ciudad, de las congregaciones de jóvenes con bandas de rock pop católicos en el "atrio" de la iglesia y de cómo pusieron pantallas cuando Bergoglio fue nombrado papa para que la gente lo viera. De cómo las marimbas son bonitas cuando uno va llegando y de cómo se degrada su sonido a lo largo del tiempo hasta convertirse en el ruido de fondo con el que uno tiene que lidiar todos los días y de la belleza de la niebla cuando cae por las tardes y, en ocasiones, no te deja ver nada más allá de tus narices.
Los dos días y medio que pasé en la ciudad se me fueron platicando y caminando con mi hermano. Dejé que me enseñara su estilo de vida y el cómo él se apropió de la ciudad. Lo que algún día me describió con palabras, ahora lo vivo sentado en el café desde el que me escribía. Al grado que tengo la impresión que Xalapa no existiría sin mi hermano.
Comentarios
Un abrazo colega!!
Coincido con C. Lizeth en que las palabras dedicadas a tu hermano son más hermosas que un "te quiero", "te admiro" y me permito agregar cualquier meme diciendo que "mi hermano es la neta"