Motivos de viaje

Salir a caminar en una ciudad que no conoces sin ayuda del mapa es emocionante, pero también puede ser decepcionante. Es común que meses después de ir a un lugar alguien te menciona sobre una atracción nerd super interesante que estaba a media cuadra del lugar en el que te detuviste a pensar ¿izquierda o derecha? y decidiste irte por la calle más bonita en lugar del callejón oscuro. Y a veces todo se pudo haber arreglado con haber abierto el mentado mapa o ido a preguntar en información turística. En Nueva Orléans tuve una sensación similar, donde caminamos toda una mañana sin llegar aparentemente a ningún lugar hasta que nos dio mucha hambre y terminamos en el primer café que encontramos con espacio para comer un sandwich. Al salir de él, con los espíritus más repuestos y la cabeza más tranquila pensamos, ¿ahora para dónde vamos? El aire nos contó la respuesta.

Un sonido de una banda de metales se oía a lo lejos. Solo tuvimos que dar la vuelta a un par de calles para encontrar una banda de chavos que tocaba en la calle sabrosamente. Cuando se detuvieron, caminamos dos calles más para encontrar a una pareja de señores algo grandes, él tocando la tuba con una mano y con la otra una percusión y ella cantando y tocando el clarinete con un sentimiento bien fuerte. "No corras", me dijo Lola cuando le pregunté si quería seguir caminando a ver que más encontramos, "esto es lo que quiero ver". 

Nueva Orléans tiene un aire muy ecléctico, sus casas son como las de Cartagena pero con terrazas de hierro forjado, su comida es especiada como cualquier pueblo de costa en el trópico, templos distintivamente americanos, en sus cementerios entierran a la gente por encima del nivel del suelo y tienen templos dedicados a su pastisería, los beignets, en los que la gente hace colas de 80 metros para probarlos (aunque los que comimos sin hacer cola nos parecieron mucho mejor que los de este famoso lugar al que llamaré McBeignet). Pero a lo que uno viene aquí es a escuchar su música, el sinfín de bandas tan eclécticas en las que uno fácilmente puede perderse. 

Cajun, zydeco, jazz, blues, brass bands, funk, rock, swing, africana, reggae, rythm and blues, jazz manouche. Bar tras bar caminamos a través de Frenchmen y Bourbon escuchando un rato cada banda y corriendo al establecimiento vecino a ver que tipo de música había en ella. Para mí era como una visita a una juguetería y más cuando la banda de metales se paraba a media calle para hacernos bailar un rato con esos sonidos tan envolventes. En ocasiones, en la noche se oía retumbar en las ventanas de nuestro cuarto los sonidos de un trombón perdido en medio de la ciudad. Y en otras ocasiones, parecía que estaba en un parque de atracciones en la que todo estaba perfectamente montado: "Uno sale a la calle y la música está ahí para recibirlo". Esto está ciudad está montada sobre escalas musicales. 
Lamentablemente no pudimos ir a una fiesta cajun llamada "fais do-do" porque al parecer si era bastante local y había que tomar un taxi alrededor de una hora a un bayou fuera de la ciudad. El último día tomamos una visita guiada a un lugar muy cerca de ahí, lo que nos comprobó que esa fiesta era en medio de la nada. Así que ni modo, será para la próxima. 

Una costumbre que se me hizo deliciosa, fue la de contratar bandas de metal para callejonear con tu novia y tus amigos. Como darle serenata, uno se topa con ellos de manera "casual" y la banda empieza a tocar. Se le da a la dama una sombrilla blanca de encaje y los músicos empiezan a caminar. Los novios van bailando detrás de ellos con sus testigos, los amigos que van bailando mientras ondean un pañuelo en el aire y, por último, la banda de curiosos que aprovecha la música para bailar un poco tras ellos. 

Lo sé, Nueva Orléans es mucho más que eso. Pero para mí, que me encanta la música, Lola tiene toda la razón, "esto es a lo que vinimos".

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Llegaste al bastión de lo que único típico americano: el Jazz; sin querer queriendo, el Jazz es el principal aparte (no bélico) hacia la humanidad, "el gran clásico americano", muchos dirán Sinatra!! dónde dejas a Sinatra?!, pero la verdad, la cuna y casa del Jazz es Nueva Órleans.

Que sabroso te la pasaste, se ve en tu texto, y sobretodo, se ve que lo conservarás etéreamente en tu mente y tan corpóreo en tus sentidos.

Saludos Sobe y bonita entrada en tu blog

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