Aviso de cuarentena


Para mí, la cuarentena constituyó el epílogo de un periodo en el que sufrí muchos achaques. De enero para acá estuve en una curva de recuperación de un problema que silenciosamente se apoderó de mis ganas de hacer muchas cosas que me costó encontrar. Enero, febrero y marzo se fue entre los ensayos del bloco de carnaval, visitas esperadas e inesperadas. Me dio una gripa que, de haberme dado un mes mas tarde, pudiera haber sido diagnosticada de coronavirus, se me quebró un diente y, al final de todo eso, me dio una apendicitis que me internó tres días en el hospital. Nada grave, pero como joroba. 

Al darnos de alta, el médico nos dijo: usted (yo) tiene que cuidarse de no hacer esfuerzos, podrían quedarse un día más, pero lo mejor es que salgan de aquí y se vayan a un super a hacerse de provisiones porque para como estamos ahora quién sabe cómo se pondrá más adelante. Para ese entonces ya estaba declarada la cuarentena y prácticamente salí del hospital para irme a encerrar a la casa. 

Tres meses después seguimos en el encierro. Sigo trabajando, pero no me quejo porque el nivel de estrés bajó considerablemente y creo que era lo que me estaba haciendo falta urgentemente para terminar de aliviarme. Salgo cuando el trabajo lo requiere, ya sea a la oficina o al aeropuerto. Hasta el super terminamos haciéndolo en línea. 

Cuando me asomo a la ventana para mí todavía es marzo. Aunque los ipés morados ya estén floreciendo (florean para anunciar el inicio del invierno austral) y que por dentro han pasado muchas cosas que me han transformado de muchas maneras. 

Una de las cosas que más ha revolucionado mi vida es el trabajo a distancia. Sin tener que hacer el viaje de ida y vuelta al trabajo y sin las distracciones de encontrarse casualmente a los compañeros y discutir sobre temas del trabajo o mundanos, las reuniones, el horario de almuerzo y otras cosas, descubrí lo eficiente que puedo ser en ciertas tareas, y como en otras necesito trabajar mucho más. La ausencia de las distracciones constantes en el trabajo me ayuda a concentrarme, pero el trabajo en equipo requiere de un tipo de coordinación que no he podido alcanzar en estos tiempos. En fin, trabajo tengo (afortunadamente) y diariamente consigo atender gran parte del trabajo que hacía en la oficina normalmente, sin considerar los eventos que fueron cancelados y que me darán los meses de agosto a noviembre más tranquilos en los últimos cinco años. 

Es importante que quede claro que continúo trabajando, no quiero quejas después, pero el tiempo ahorrado en traslados, reuniones y pausas en el trabajo me ha dado la oportunidad de usar ese tiempo ahorrado en cosas que he querido hacer durante mucho tiempo. Pero esas son historias que quiero tocar una a una en sus entradas respectivas. 


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