Cosas del depa

16 de septiembre

Hoy no quiero levantarme temprano, me lo merezco... dormir hasta tarde es una buena recompensa para estos dias tan ajetreados. Entreveo que ya es de dia y me vuelvo a dormir. Estoy acurrucado y calientito como flauta recién salida del aceite. Estoy en el sueño profundo y de pronto:
Pram! pram! pram! (un cincel golpeando en el departamento de arriba)
Pram! pram! pram! tic tic tic tic.... Los golpes no cesan hasta que se escucha que una parte de concreto cede y cae por el suelo.

Definitivamente no se puede dormir aquí... me cruza por la cabeza la idea de que si me cambio de cuarto el ruido se escuchará menos y podré dormir placidamente. Me cambio a la sala (la cama de saurio, sin saurio, se encuentra todavía ahí) y me acurruco plácidamente para conciliar ese tan hermoso sueño.

Un ruido similar a la de la turbina de un avión a punto de despegar inunda el departamento, los vidrios tiemblan y el departamento se convierte en una caja de resonancia de ese sordo ruido cuyo origen desconozco.

Me levanto más desconcertado que alarmado. Hago un esfuerzo por entender que es lo que está pasando. Volteo a mi alrededor pero no veo nada, mis ojos todavía no están bien abiertos. Parezco un borracho que no se ubica en el espacio. Hago un repaso por la lista de todos mis temores: no está temblando, no hay balacera, nadie está forzando la puerta y nadie parece salir despavorido de sus departamentos. Me abalanzo sobre la ventana, no veo nada y el estruendo sigue ahí, se hace cada vez más fuerte. De pronto desaparece y yo vuelvo a dormir porque sólo quiero dormir.

Segundos después el ruido vuelve a aparecer, esta vez noto que una sombra recorre el patio de juegos de la unidad. En mi cabeza se esclarece el origen del ruido: Es 16 de septiembre, hay desfile y estoy tan cerca del centro que los aviones de la fuerza aérea todavía pasan bastante cerca del suelo como para hacer semejante escandalo. Decido dejar por un lado el sueño y hacer compañía a mis compañeros de edificio que han optado por subir a la azotea a ver más de cerca los aviones.


19 de septiembre

Sábado en la mañana. Hoy toca barrer y trapear el departamento. Me levanto con bastante ánimo. Pongo musiquita y me dispongo a hacer mis labores de casa. Hace mucho calor y María (mi albahaca) y Amado (tomillo) me piden un poco de aire fresco. Intento abrir la ventana, pero ella no se deja. En un momento dado y con unos 15 centímetros de apertura la ventana se atora (es una ventana corrediza). La cierro y la intento abrir de nuevo. La ventana no se deja. No pienso pelear con la ventana por lo que jalo hacia arriba e intento deslizarla con fuerza para destrabarla. Mi sorpresa fue que la ventana se salió de sus rieles y me quedé con ella en las manos. En un principio no sabía que hacer. La ventana es grande y no sabía si podía aguantar cargarla, por lo que me quedé durante algunos minutos en una patética posición de simplemente soportar la ventana, pensando en todas mis opciones y evitando que cayera sobre mi y se partiera en muchos pedacitos con dientes que me mordieran. Lo que pude haber hecho con calma en 2 minutos se convirtió en más de media hora de luchar contra la ventana para que volviera a su posición original.

20 de septiembre

Hoy llegó mi papá a la casa de mis tíos. Por razones logísticas se quedó allá y yo sólo fui a visitarlo un rato. Al regresar había fiesta en el piso de abajo porque unas tías que hace mucho no veía andaban por acá. De pronto mi prima me dijo: Oye, tu puerta no abre. Intenté abrirla para enseñarles tu casa y nomás no.

Efectivamente, la llave solo daba vueltas y vueltas y nomás no abría nada. Durante 10 minutos intentamos e intentamos e intentamos y lo único en que podía pensar es que iba a perder las clases del lunes para estar buscando un cerrajero que me abriera la puerta. Tuve que desarmar por completo la chapa para ver que está tan vieja que una de las piezas se zafó de lugar y simplemente no dejaba que la puerta se abriera.

Después de ver lo fácil que se abre esta chapa me doy cuenta por qué todo el mundo tiene dos o tres chapas de seguridad en la misma puerta.

Comentarios

Mónica Pulido Echeveste ha dicho que…
Nice :)
A poco aún con una ventana encima, y una puerta que gira, gira y no abre... uno se congratula de tener sus propios problemas y de tener que resolverlos. Creo que es la mejor -y más dificil manera- de sentirse y autodeclararse adulto.
Nada, la independencia económica es solo el principio. La verdadera prueba es no tener a quien llamar para quitarse una ventana de encima, cerrar un baño chorreante o abrir una puerta.
Aunque también hay que decir: tu depa se está cayendo en más pedazos de lo normal. Es así como tu primer coche: una carcachita.
Maria Albahca y Amado Tomillo, muero por conocerlos.
Florecita Rockera ha dicho que…
yo también, me encantaron los nombres! especialmente el del tomillo, jaja.(aunque ya sabes, yo le hubiera puesto a alguna "Hedwig", soy así!)

chida la crónica, y buena manera de anunciar que David no estaba en su camita ;)
Violeta ha dicho que…
una chapa solo es símbolo de privacidad y propidad privada jeje!
comprobado que es bien facil destripar una vieja chapa jojo
Saurio ha dicho que…
Además es día la quitaste, maldito. Por cierto, por eso fué que no supe abrir la puerta o que??
Y no mientas, no hubo ningún desfile...
Sobe ha dicho que…
Pues no sé si haya sido por eso que no pudiste abrir. La tuvimos que volver a poner? No me acuerdo.

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