Prologo a la cocina, o antecomedor.

A todos nos ha pasado por lo menos dos veces al día: Comemos. Literalmente necesitamos echarle combustible a nuestro cuerpo. Hay comidas que nos gustan, comidas e ingredientes que no nos gustan, y por muy sencillos que podamos ser, en este aspecto somos completamente sofisticados. Todos nuestros alimentos pasan por un proceso de modificación o elaboración.

Desde la simple mezcla de lechuga, jitomate, cebolla y vinagreta (que en las clases de química era el ejemplo clásico de una mezcla heterogénea), hasta el jamón o el paté que pasa por un montón de procesos raros para llegar a esa emulsión con sabor raro y de dudoso contenido. No podemos simplemente agarrar semillas y comer como pajaritos, irnos a un jardín y comer las manzanas de los árboles y el pasto como vacas, ni abalanzarnos sobre carne muerta y cruda como jaguares o aves de rapiña. Hemos convertido esta necesidad primaria en un elaborado conjunto de procesos y ritos que responden al sentido del gusto. Al contrario del resto de los sentidos, nosotros escogemos que llevarnos a la boca y que no.

Cuando uno es niño, y hasta una cierta edad uno responde a sus instintos, come lo que hay cuando hace hambre. Después se nos va educando y aleccionando en toda esa mitología de la comida, el uso de los cubiertos, el ceremonial, la etiqueta de la comida y su significado social.

Viviendo solo siento que estoy aprendiendo de este arte a fuerza de hartarme de la comida de la calle y aprender la cantidad de porquerías que le echan y kilos que me eché encima desde que vivo solo. Supongo que mi madre en algún momento se enfrentó a eso y también ella recibe telefonazos de improviso cuando estoy enfrente de la olla y no tengo idea como hacer alguna cosa.

Esta debe ser una serie de entradas que hablan de aprendizajes, aciertos y errores a la hora de intentar hacer mi propia comida. Momentos en los cuales me regocijo con mis propios éxitos y en los que pienso en la bonita manera en la que yo solo me enveneno e intento seguir mi línea genética hasta el primer antecesor al que se le ocurrió cocinar algo básico para maldecirlo y pensar en lo bonito que sería comer pasto y frutas en lugar de la porquería que me cociné yo mismo. Por supuesto que no voy a poner recetas ni nada de eso, pero, como siempre en este blog, es la bonita manera en la que les comparto los caminos y los topes por los que voy transitando.

También sé que debo ponerle más fotitos a esto para los niños chiquitos que necesitan tener un poco de motivación audiovisual. Así queeee...le "tomé prestada" esta foto a the breakfast lover

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