Pensamientos al azar

Mientras Lola me dejó solo para ir a visitar a su familia, yo me las arreglé para irme a dar el rol por ahí con Checo, Jonas, Borris y Germán. Salir de mi casa al toque de una llamada de teléfono solo para no sentirse tan solo en su casa es una cosa que hacía mucho tiempo no me pasaba. Todavía salimos volando de la casa al toque de una llamada, aunque no tan seguido como quisiera. 

Checo, Jonas y Borris me llenaron de los cacahuates infinitos de Rock Bottom mientras hablabamos de cosas sin importancia y nos acababamos un par de rondas de cerveza. Con Germán fue una comida de lunes de feriado, para terminar tirados en el jardín, uno en la hamaca, otro sobre el pasto. Particularmente con Germán tuve oportunidad de platicar con él más en serio. Y cuando uno dice en serio es conocer no solo sus problemas cotidianos sino sus gustos y pláticas de relleno. Entre otras cosas acuñamos nuestra definición del hipster como "Hippie metrosexual".

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Lola hace un sonido de asombro que solo usa cuando la naturaleza toca a la puerta y le recuerda que puede llenarle de cosas bonitas el día. Lo usó cuando vimos el oso en Skagway, el alce en Nova Scotia o cuando vio el conejito pararse frente a la ventana durante un día de invierno. Ese ruidito que sale de su boca normalmente se lleva con él su capacidad de hablar. Como si estuviese muy ocupada abrazando con la vista el escenario ante sus ojos, solo mueve los brazos, tal vez me golpea, mientras el sonidito continúa. 

Este domingo hizo ese ruidito dos veces. Una al ver un conejito paseandose por la acera tal como cualquier vecino sale a caminar, sin prisa y por diversión. Y el otro al encontrarse a un pato en el jardín de atrás. El pato, o la pata, se espantó al vernos e intentó ocultarse para no llamar la atención, mientras a su lado yacía un nido redondo con ocho huevos grandes y blancos en su interior. 

En ese domingo espantamos en varias ocasiones al pato, quien por alguna razón, decidía huir y dejar solos los huevos en lugar de defenderlos. Tal vez porque los patos son malos padres o tal vez porque esta pata en particular es mala madre. 

Afortunadamente podemos ver al pato desde la ventana de nuestro cuarto, sin molestarlo. Todos los días la vemos sentadita sobre su nido esperando a que se desarrollen sus huevitos. Y nosotros, esperando a ver a los patitos salir. 


Comentarios

Marsia ha dicho que…
madre desconsiderada... los huevos siguen ahi :(

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