Vida de cuarentena: El ejercicio

Las historias de las personas que empiezan a hacer ejercicio tienden a ser las mismas siempre: Yo era un infeliz, hasta que empecé a hacer ejercicio y encontré la luz. Ahora ya no puedo dejar de hacerlo ni de hablar de eso. O, yo era un infeliz y me puse a hacer ejercicio y no me gustó. Me di cuenta que soy feliz siendo infeliz. 

En mi historia del reencuentro con el ejercicio la pandemia es uno de varios vectores que influyó en una nueva rutina. Antes no era completamente sedentario. Ya tenía la costumbre de regresar a mi casa caminando los cinco kilómetros entre mis dos hogares (paso mucho tiempo en el trabajo). Desde que empecé el tratamiento de la tiroides la vida mejoró mucho y me sentía con las energías renovadas. 

Por el contrario, la operación del apéndice me tuvo poco más de un mes con una vida super sedentaria. El agravante aquí fue la pandemia, ya que cerraron los espacios comunes del edificio en donde vivo y el médico me dijo que no se me ocurriera salir, porque traía las defensas bajas. Así que pasé todo el mes que tuve de recuperación pensando lo que podría hacer para mover de nuevo el cuerpo cuando tuviera la autorización. 

La respuesta vino de youtube. Desempolvé mis guantes de box y empecé a hacer una rutina de shadow boxing. Solo se mueve el cuerpo y se fortalece el abdomen sin necesidad de hacer malabares. Pero oh desilusión. Siempre se me olvida que el box es menospreciado y puede ser bastante brutal si se le pone el suficiente empeño. Me dolía todo y tenía que descansar dos días entre cada sesión. En ocasiones tuve que parar porque sentí molestias en el abdomen (por las cicatrices de la operación). Regresé al nivel cero. 

El mes siguiente me ayudó para agarrar un cierto ritmo y ajustarlo a mi rutina sin que esto significase una gran inversión de tiempo. Sesiones de treinta minutos, un baño y de regreso al trabajo. Ya acostumbrado intenté variar el tipo de ejercicio para mejorar mi flexibilidad y mi fuerza. El  tercer mes Lola se juntó a hacer algunas de las rutinas conmigo. 

Los resultados se notan, camino más derecho y bajé considerablemente de peso, aunque todavía falta para estar en un nivel clínicamente aceptable. Me queda ropa que hace años no me entraba ni de pedo. 

La verdad no sé que más decir. Así como bañarse y rasurarse, hacer un rato de ejercicio es parte de una rutina de cuidado personal que agregué a mi vida. Espero que mi historia con el ejercicio no sea obsesiva ni de odio, sino simplemente parte de mi vida. 

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