Zapatos, calcetines y pantalones

Esas son las prendas que menos usé durante la cuarentena. Conun invierno razonablemente cálido en Brasil, me acostumbré a tomar baño y quedarme en calzones y camiseta todo el día. Al día de hoy, si tengo videollamada uso una de tres camisas que tengo planchadas o una polo que tengo dobladita en el segundo cajón de la ropa. Cuando hay que salir a la calle, la preferencia es tomar unos shorts y salir de chanclas, o con mis tenis viejos, que entran y salen facilmente. 

La ventaja de la cuarentena es que aflora tu personalidad silvestremente, la desventaja es que no hay vida social en realidad. Hoy un amigo publicó en Twitter que a partir de hoy irá de pants a todos sus compromisos porque ya mandó quemar su ropa formal. Entre mis cuatro paredes, mi gusto es fingir que mis calzoncillos son mi traje de baño, andar de chanclas todo el día y salir a tomar sol al barandal por quince minutos después de hacer ejercicio y antes de bañarme. 

Estos últimos días el clima cambió y empezó a hacer frío. Así que saqué los pants y mis sueteres más cómodos para seguir mi vida con pequeños ajustes. Con las nubes ya no da para saludar al señor sol por las mañanas y a veces ni para abrir la ventana; desde el noveno piso el aire entra con ganas por la ventana, metiendo polvo, azotando las puertas y haciendo silbar a las ventanas. 

Después de cuatro meses llegó el momento inesperado. Empecé a sentir una cierta nostalgia de salir a la calle bien vestido: pantalón de vestir, camisa bien planchada y tal vez un blazer para cubrirse del frío. Justo en el momento en el que empezamos a salir a la oficina más seguido para realizar actividades en preparación a la reanudación de actividades. Por fin voy a poder sacar mi ropa a pasear, al menos al jardín de la oficina. 

Es aquí donde es necesario aclarar que el ejercicio, comer en casa y la recuperación de los desastres hormonales de la que voy saliendo tuvieron efecto en mi aspecto físico. De enero a la fecha bajé 10 kilos. 6 desde que empezó la cuarentena. Ese momento para ponerme pantalones y camisas se convirtió en una situación fuera de lo común para mí. Mis pantalones favoritos ahora me quedan grandes y las camisas holgadas. Elsa me dijo que así de flaco parezco un niñote. Siendo claros, es reconfortante saber que estoy bajando de peso, pero probablemente parte de mi ropa será investible. No sin pensar en la pereza que me da tener que comprar pantalones justo cuando la pandemia está en su punto más alto (y más estable) en la ciudad.

Por lo pronto solo voy una o dos veces por semana a la oficina. Por lo que solo uso dos pantalones de manera alternada (los que me quedaban chiquitos), pero eventualmente tendré que hacer inventario para saber que ropa me queda y cuál de esta podría pensar en arreglar para ajustarla a la talla actual.    

Comentarios

Entradas populares