Derecho internacional.

Cuando tuve el examen frente a mis ojos no supe si reír, llorar o que hacer. Hubo algunos que se miraron con ojos de desconcierto al ver el contenido del examen. Yo, por mi parte, me había ido a estudiar dos días con unos compañeros para discutir y hablar del tema en particular, había hecho mis notas y las había repasado unas 20 veces.

La noche anterior me había entrado un ataque de estudio. Esas ocasiones en las que sabes que ya estudiaste lo suficiente pero sientes que hay cosas en las que te pueden tronar facilmente y las buscas desesperada y frenéticamente entre los apuntes, presentaciones, lecturas y todo aquello que te sirvió como guía de estudio. Sin embargo no lo encontraba, repasé por completo las presentaciones y me puse a leer las convenciones, por eso de las 12 me di cuenta que no podía seguir así... porque de cualquier modo ya no entraba información complementaria en la cabeza. Al día siguiente, al igual que la mayoría, decidí dedicar la hora de la comida a estudiar, contrario a esa lógica de que estudiar un par de horas antes del examen te agota. Y con la seguridad de que el maestro nos iba a cambiar la jugada.

Finalmente llegó la hora de la verdad, el tan temido examen nos llegó a las manos. Para ello nos habían dividido en 3 salones, de manera que quedaba un espacio entre persona y persona.
- Repito - decía Isaac - no escriban su nombre en la hoja de respuestas. Con ese tono que ya me sonaba familiar de la primer y segunda etapa eliminatoria. - En este momento les están pasando el examen y 3 hojas en blanco. Eso si, las salidas al baño están restringidas. Esto es, no pueden salir al baño, así que si alguien quiere salir todavía tienen un par de minutos para hacerlo.

Las hojas en blanco llegaron a mí, después la hoja de preguntas. 3 casos prácticos, desarrolle uno. Demonios, de todo lo que estudié no recuerdo ninguno de los casos prácticos. ¿De qué se tratan? A ver... ... ... a ver... En momentos de presión mi cerebro empieza a funcionar de una manera tan sistemática y esquemática que me sorprendo a mi mismo de las cosas que soy capaz de hacer. A final de cuentas no creo que haya sido tan convincente como debí serlo, pero esperaré los resultados del examen.

Saliendo de él me di cuenta que no era el único frustrado por el examen, sino que eran casi todos. La velada terminó en un bar que se llama Covadonga en la colonia Roma donde el alcohol corrió y el derecho quedó atrás, por un momento

Comentarios

Florecita Rockera ha dicho que…
No escriben su nombre en la hoja de respuestas? Es con huella digital? Y si les da corre-que-te-alcanzo de los nervios?
Bien, ésto desenmaraña el misterio de un status que tenías el otro día. Luego nos cuentas resultados ;)
Marsia ha dicho que…
jajaja mil años después. El bar se llama covadonga? :O como se apellida el queridisisisimo Sergio Cueto

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