Ibirapuera

La primera impresión de la ciudad fue un centro bastante descuidado. Basura, olores de humano, tuneles grafiteados y gente habitando las esquinas y rincones como si fuera una cómoda sala. Definitivamente acorde con la idea de que Brasil es una ciudad llena de contrastes. Ese día regresamos a la casa con un enorme cansancio y esa contradicción en la cabeza.

Al día siguiente conocimos el parque Ibirapuera. Si intentan pronunciarlo en voz alta entenderán lo torpe que me sentí pidiendo indicaciones al lugar. Ese día era un domingo y a lo largo y ancho de la ciudad cierran carriles de automóviles para dar paso a una ciclovía bastante extensa. Al llegar al lugar nos integramos a un río de personas que recorrían la calzada principal corriendo, caminando, patinando, jugando con la pelota o tomándose una cerveza. El parque respira personas y las personas pueblan el parque usándolo como un espacio de recreativo y deportivo.

El parque lo constituye una área verde de varios kilómetros cuadrados en medio de la selva de concreto y en un área bastante bonita de la ciudad. Tiene dos lagos, instalaciones para practicar varios deportes, dos museos, un centro comunitario de divulgación astronómica y el pabellón donde se lleva a cabo la bienal de Sao Paulo. En el primer recorrido por el lugar encontramos gente bailando capoeira, jugando futbol y hockey. Había grupos que practicaban yoga, fresco ball y hasta crossfit en clases comunitarias. Detrás del museo de arte moderno hay un galerón de concreto techado que se usa específicamente como espacio para patinar, incluso hay un grupo de instructores que te ayudan para aprender a hacer algunos trucos o simplemente a pararte en los patines.


Un par de días después, Tlaca, un amigo de la zona, nos invitó a pasear a sus perros en la noche. "No se preocupen, hemos venido aquí a las dos de la mañana y todavía hay gente y haciendo ejercicio".  Un par de semanas después fuimos otra vez para una reunión al aire libre de CS, alguien llevó cachaca y corrieron las caipirinhas. Salimos ya de noche, sin problema y balanceandonos entre la gente.

Lo especial de este parque es la manera en la que es habitado, como las personas lo frecuentan a cualquier hora del día sin miedo a ser asaltadas. Poco después leí en una revista un comentario de un profesor de la Universidad de Sao Paulo sobre la importancia de ocupar este tipo de espacios para el bienestar de la ciudad que habla por si solo y lo transcribo literalmente:

"Las actividades físicas en Brasil fueron tradicionalmente realizadas en clubes privados, ya que las áreas públicas no eran entendidas como espacios de todos. Eran más bien espacios inseguros que debían ser evitados. Hoy sabemos que, mientras más nos cerramos, hacemos más insegura la ciudad. Una ciudad segura es una en la que los espacións públicos son espacios de placer, de corporeidad, de circulación y de contacto intercultural".

Para la lista de pendientes: Participar en una actividad en el parque.

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