Segundo invierno de 2015

La primera semana de agosto parece marcar el final del invierno brasileño. Aún así, al entrar en una tienda de trajes de baño en un centro comercial, escuchamos decir a una señora: Comprar trajes de baño, ¿en medio del invierno? Para ilustrar más mi punto, el termómetro de la calle 9 de julho no ha marcado menos de 22°C soleado en toda la semana. Los primeros dos días tuve que quitarme el saco camino al trabajo y llegaba mojado en sudor. No obstante, los cambios de sol a sombra amenazan con revivir mi demonio personal de las alergias. 

Nuestro primer encuentro con la ciudad fue con un centro descuidado, como se veía el centro de la Ciudad de México antes de 2005. Ese día regresamos cansados, molestos y con los ánimos abajo. Tuvimos que cargar baterías para salir a conocer otra parte de la ciudad un día después. Lo que encontramos fue algo completamente diferente en el parque Ibirapuera y la Avenida Paulista. Una ciudad llena de vida y energía. 

Tardamos un par de días en reconocer el área alrededor del departamento y cerca de la oficina. La sorpresa más grata fue reencontrarnos con las cocinas económicas, que en su híbrido con cantina se llaman "botecos", y son una alternativa bastante buena y barata para los días en los que no hayamos que comer. Las calles son estrechas y están llenas de luces intermitentes que anuncian la presencia de una salida de automóviles. Aunque independientemente de si hay autos o no, siempre se encuentran prendidas. Al final de un par de días me son tan indiferentes como las irregularidades en la banqueta. 

Otro rencuentro del cuál no me había dado cuenta lo mucho que extrañaba son los puestos de revistas. Cualquier puesto de revistas vende desde la teleguía hasta la versión en portugués de "le monde diplo". La mayoría de ellos también tiene colgadas una tira de tarjetas postales que pronto empezaré a comprar y a distribuir de la manera acostumbrada.

Fin de transmisión. Buenas noches.

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