Musicophilia

Desde niño me ha gustado la música. Con padres que desde bebés nos cantaban y contaban historias para arrullarnos, era natural que tanto mi hermano como yo crecieramos melómanos. Aunque durante mi estancia en Canadá mi guitarra acumuló mucho polvo, cuando llegue a Brasil mi vida se volvió a llenar de música, oída y cantada. 

En una de mis visitas a una librería el año pasado descubrí el libro Musicophilia, de Oliver Sacks. Como el autor era americano, terminé por conseguir la edición digital en inglés en lugar de la versión física y en portugués. Tan solo por el placer de leer al autor en su lengua original. Oliver Sacks fue un neurólogo americano que conocí gracias a sus colaboraciones con Radiolab. Desde antes de abrir el libro ya sabía que el autor había muerto algunos años antes debido a un cancer de hígado. El homenaje póstumo que le hizo Radiolab fue muy bonito y muy emotivo. 


El libro trata sobre la interacción de nuestro cerebro con el sentido del oído. "Si en alguna ocasión, un extraterrestre visitara la tierra, regresaría a platicarle a sus colegas que la nueva especie descubierta se entretiene escuchando sucesiones de sonidos al azar". Comienza el libro. 

A lo largo de sus páginas Oliver Sacks recorre las teorías evolutivas sobre nuestra relación con el sonido y por qué nos agradan ciertos intervalos más que otros. A través de casos prácticos, patologías de sus pacientes, demuestra la importancia que tiene el sonido en nuestra vida cotidiana y cómo un ligero cambio en nuestro cableado interno puede alterar nuestra vida de manera sustancial. Desde el individuo que se despertó un día con un fuerte sonido agudo, hasta aquel que después de un accidente comenzó a componer música prodigiosamente. En algún momento de esos capítulos, Sacks jala un hilo para hablar de las capacidades terapéuticas de la música como tratamiento de enfermedades crónicas, desde Parkinson hasta la demencia de la edad adulta. 


Concluye hablando de neuroplasticidad: cómo el cerebro asigna más espacio para dedicarlo al sentido del oído cuando se pierden los estímulos visuales, y como gente parcialmente sorda aprende a discernir la distancia y dirección del sonido cuando tiene sordera en uno de los oídos. Después de todo, el oído es el segundo sentido más útil para relacionarnos con el mundo.

Sacks era un individuo con una gran capacidad de transmitir sus conocimientos de manera simple. A lo largo de sus escritos y sus contribuciones a Radiolab habla de la vida como un conjunto de experiencias sensoriales propias de cualquier ser humano. En su búsqueda por experiencias nuevas, fue usuario de drogas leves y fuertes, y terminó haciendo un viaje a Oaxaca para conocer más sobre sus hierbas medicinales, experiencia que cuenta en sus Oaxaca Journals. Incluso durante su fase terminal, Sacks sacó provecho de sus lapsos de demencia para procesarlas como una experiencia sensorial nueva. 

Me encanta Sacks porque me hace reflexionar. Me invita a ser partícipe y consciente de ese conjunto de sensaciones que, una sobre la otra, van formando parte de nuestra vida cotidiana. 

Comentarios

Entradas populares