5 de mayo 2014

- Cuando tomes el papelito, tómalo con la mano izquierda, porque es la mano del corazón - Me dijo el buen Jorge cuando mi nombre fue dicho en voz alta. Cuando lo escuché el estómago me dio vueltas y el corazón se me estrujó. El plan era quedarme en México hasta que Lola terminara la universidad y poder irnos juntos a recorrer el mundo. Pero esta era una jugada inesperada y tenía que aprender a vivir con ella.

Recuerdo que quedaban Guatemala, Irán, Nigeria, Etiopía, Yuma y Leamington. Mientras caminaba le daba vueltas a los escenarios que me quedaban de frente. Me imaginaba llamandole a Lola y diciéndole, me voy a... Al final de cuentas me paré frente a la pecerita de cristal y repetí como un mantra la frase de Jorge. Me iba a Leamington. Un pueblo enclavado en una zona agrícola en Canadá del que nadie sabía nada. Hasta la fecha creo que quien no ha venido, no sabe de lo que estamos hablando.

En fin, hoy hace cuatro años, mochila al hombro, llegaba a Leamington. En el transcurso de los siguientes seis meses dormí en decenas de lugares, hoteles, piso, colchones inflables, sillones, aviones, trenes y camiones. Pasé suficiente tiempo conmigo mismo como para conocerme mejor, mi teoría es que este proceso tuvo efectos devastadores sobre mí. Poco depués comenzó ese proceso de adaptación y encuentro con muchas personas que hoy aprecio y considero mis amigos.

Hoy, como hace 4 años, me acuesto en la cama de turno sin muchas ganas de dormir, pensando en todo lo que he pasado y todo lo que está por venir.

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