Walkerville

La ciudad de Windsor se extiende a lo largo del río Detroit hasta no poder más, por un extremo termina convirtiendose en Tecumseh y del otro en La Salle. Hasta hace poco, siempre le convino a la ciudad estar lo más cerca posible de Detroit, aunque ahora solo un poco menos. 

Paralelo al río, aunque no junto a él, corre la calle de Wyandotte. A diferencia del río que serpentea esta calle se mantiene recta constantemente, con la excepción de la zona de la estación de trenes, lugar en el que pierde toda la compostura y empieza a divagar un poco, pero después la recupera y se mantiene así hasta que se difumina al fondo de la ciudad, al este. Lo mejor de esta calle es que a lo largo de ella uno tiene acceso a varios barrios de comerciantes que surgen a intervalos de uno o dos kilómetros, y crecen como pequeñas aldeas. Uno de ellos es el barrio de Walkerville. 

Walkerville recibe su nombre de la destilería de Whisky de Hiram Walker, que hace el whisky Canadian Club y Wisers. Cuando Walker llegó aquí, en los albores del siglo XX, construyó su destilería a las orillas de la ciudad, donde solo había establos y grandes extensiones de tierra cultivable. Con suficiente espacio, Walker construyó una aldea para sus empleados (al estilo Henry Ford), para que tuvieran un lugar digno para vivir, cerca de la planta, con su propia tienda de abarrotes. El resultado era una comunidad de trabajadores honestos, felices y facilmente controlables. 

Al día de hoy, muchas de las casas de este barrio guardan el estilo de hace cien años. La antigua casa de Walker hoy es un parque público bastante agradable. El aspecto antiguo y las construcciones de la antigua fabrica permiten que hoy en día sea una de las zonas comerciales que más atractivo tienen. Desde el café Taloolah, que ofrece comida vegetariana y orgánica, la tienda de comics, la cervecería local, cuatro cantinas, restaurantes caros, medio caros y baratos, la tienda de bicicletas urbanas, un teatro que un emprendedor local restauró y acaba de abrir, una botica antigua, un gimnasio y varios estudios de yoga. Incluso tiene su propio edificio abandonado, bastante de moda en estos lugares. 

Evidentemente, ese entusiasmo por el barrio a veces es excesivo y algunos lugares terminan quebrando. Como nuestro restaurante mexico-canadiense "Walkermole" o la tienda de pasteles y helados a la que ibamos de vez en cuando y que vamos a extrañar mucho. Aún así, el lugar se expande y cambia constantemente. En verano es comun encontrarse con alguna calle cerrada para un evento que organizan los dueños de los negocios con música, hamburguesas, chelas y vendimia de artesanos locales (que nos quedan debiendo mucho). 


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